PRÓLOGO
La idea de escribir estas memorias familiares- debo confesarlo- me tomó por sorpresa. Tenía la impresión que se trataba de una inquietud de índole personal e íntima, una de esas cosas en las que no hay mucho que decir, y que por fortuna, poco a poco van resultando enriquecedoras y entretenidas.
Al adentrarme en el cajón de los recuerdos, frente a la máquina de escribir, fue sin duda, mi primer y más reconfortante hallazgo. Me encontré con personajes, escenarios y anécdotas que ya casi se borraban de mi memoria.
Todos los seres humanos tenemos un pasado al que tarde o temprano, queriéndolo o no, lo evocamos para hacer un recorrido por los pasos perdidos en el tiempo. Algunos pretenden olvidarlo por lo tormentoso o difícil que éste ha sido, pero para cada uno de nosotros es a la inversa y enriquecedor, pues recordarlo es, como dice el refrán popular, volver a vivir.
Es para mi, como para cada uno de mis hermanos, motivo de orgullo latente el recorrido nostálgico que solemos hacer en los recuerdos del tiempo y del espacio dejado en los años anteriores. Cada paso, cada vivencia, cada verano y cada invierno han quedado grabados indeleblemente en la piel del cuerpo y el alma....
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